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Seis días en Buenos Aires.

  • mybeautifulshowcase
  • 4 feb 2016
  • 4 Min. de lectura

Buenos Aires me recibió con los brazos abiertos. Desde el primer momento me quedó claro que tenía muchas caras y, aunque poca gente habla mal de ella, los años de crisis económica también han hecho mella. Rápidamente descubrí que, el deporte nacional en Argentina no es el fútbol… es quejarse, y tratar de hacer las cosas de una manera que se ajuste más a lo que la gente quiere: más barato y más fácil. La otra cosa que descubrí es que llegue en un momento extraño, víspera de segunda vuelta en las elecciones presidenciales. El país estaba con tensión y con aquel kilombo del que todo el mundo hablaba.

Qué ver en Buenos Aires.

Con una amiga fuimos a tomar un chocolate en el Café Tortoni, recorrimos la Avenida de Mayo hasta llegar a la Plaza de Mayo, me entere de que el color de la Casa Rosada se debe a que se mezcló la cal viva con que se pintaba con sangre de vaca, visitamos el mercado dominical de San Telmo y la calle Defensa, paseamos por Caminito en el barrio de la Boca y comimos choripán. Me habló de la tarjeta SUBE que te permite viajar en colectivo (autobús), subte y tren más barato y sin tener que buscar monedas, casi imposibles de encontrar, para pagar el boleto. Ojo, que la SUBE sólo se puede obtener en el Correo o en los puestos en los que hacen documentos (DNI y Pasaporte). Hay uno de estos puestos en el propio aeropuerto y también en la mayoría de grandes centros comerciales. En la primera recarga –en el tren, en el Subte y en algunos kioscos– se pagan los 15 pesos que cuesta.

Al día siguiente, ya sola, recorrí el barrio de La Recoleta: la zona de las embajadas, el cementerio de la Recoleta, el Ateneo Grand Splendid… y comí una supermilanesa a la napolitana en Banchero, uno de los locales tradicionales de pizzas, y ahora de milanesas, en la ciudad. Luego pase por San Telmo, el barrio está lleno de locales con solera, algunos patrimonios de la ciudad, como El Viejo Almacén, el Café Dorrego y el bar Seddon.

A la mañana siguiente, camine hasta la Plaza de San Martín y el monumento a los Caídos en la Guerra de las Malvinas. Los restos de José de San Martín están en la catedral de Buenos Aires custodiados por una guardia de honor, ¡militares en una iglesia!.

Por problemas con el Subte tuve mi primera experiencia con los colectivos y después con el tren. Buenos Aires cuenta con un Subte reducido cuyas seis líneas acaban en estaciones de tren que unen la ciudad con la periferia y el Gran Buenos Aires. Los días siguientes fueron otra forma de conocer la ciudad y a su gente. Charlas a la luz de las velas en las que aparecían países, fronteras, trenes, barcos, autobuses… sin orden ni concierto, hilando una conversación viajera que me hizo recorrer el mundo varias veces, pero también se habló de la economía del país, de las medidas tomadas –y de las no tomadas– por el gobierno a salir, de planes de futuro…

Me mostraron un barrio alejado del centro, de la prisa de la ciudad porteña, Villa Devoto. Una antigua zona de fin de semana y vacaciones para las familias de Buenos Aires en la que se alejaban de sus prisas, que hoy en día mantiene ese espíritu relajado a pesar de haberse integrado en el casco urbano. Todavía es posible encontrar alguna de las casas originales de la zona rodeadas de cafés y restaurantes. A uno de esos cafés nos acercamos por la tarde para tener noticias de lo que pasaba en el mundo y utilizar su conexión a internet.


El sábado era mi último día en la ciudad y, sin llegar al centro, pasee por Palermo, es uno de esos barrios con nombre propio en Buenos Aires. Desde los bosques de Palermo –una enorme zona de jardines casi en la orilla del Río de la Plata hasta Palermo Soho, con sus tiendas de diseño, sus cafés, sus graffitis… su vida independiente, y Palermo Hollywood. Sin olvidar el Mercado de las Pulgas, donde está todo lo que buscas pero es casi imposible encontrarlo. Antes de entrar en la zona animada, visite otro de los cementerios de la ciudad, menos conocido que el de La Recoleta pero igualmente impresionante: el cementerio de la Chacarita.

Qué me deja Buenos Aires.

Ganas de más. Después de seis días en Buenos Aires, ¿puedo decir que conozco la ciudad? No, definitivamente. Más aún sabiendo que llegue en un momento de elecciones, con crisis por todos lados… De cualquier forma lo que sí tengo claro es que me ha gustado. Me ha gustado mucho: la ciudad, su ritmo, sus gentes… y su Wifi, cada bar, restaurante, museo, plaza grande cuenta con su red para que el mundo se entere de lo que pasa en Buenos Aires y Buenos Aires de lo que pasa en el mundo.

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